Un ‘nobel’ de Medicina dimite por comentarios machistas

El bioquímico británico Tim Hunt, de 72 años, afirmó: «Pasan tres cosas cuando están en el laboratorio: te enamoras de ellas, ellas se enamoran de ti y, cuando las criticas, lloran»

El bioquímico Tim Hunt, galardonado con el Nobel de Medicina en 2001, ha dimitido de su puesto en el University College de Londres tras hacer comentarios machistas durante una charla en Corea del Sur. “Déjenme que les cuente mi problema con las chicas. Pasan tres cosas cuando están en el laboratorio: te enamoras de ellas, ellas se enamoran de ti y, cuando las criticas, lloran», afirmó el martes Hunt en la Conferencia mundial de periodistas científicos en Seúl. El nobel llegó a proponer que hombres y mujeres investigaran en laboratorios segregados.

Hunt se disculpó el miércoles en declaraciones a la BBC, pero a la vez confirmó sus comentarios machistas. «Yo me he enamorado en el laboratorio y otra gente en el laboratorio se ha enamorado de mí y eso perjudica a la ciencia porque es tremendamente importante que en el laboratorio todos estén en igualdad de condiciones», afirmó a la cadena británica. «[También] es terriblemente importante que uno pueda criticar las ideas de otras personas sin criticarlas a ellas. Y si estallan en lágrimas uno se puede refrenar y no llegar a la verdad absoluta».

Las declaraciones han levantado la indignación en una comunidad, la científica, con reconocidos problemas para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. En España, por ejemplo, solo el 22% de las 173 sociedades científicas del ámbito de la salud tiene mujeres al frente. Y, pese a que las mujeres son el 51% de los estudiantes de doctorado, solo representan el 19,5% de los puestos de alta responsabilidad, según los últimos datos del Ministerio de Economía.

Hunt, que ganó el Nobel por descubrir proteínas fundamentales para las células, era hasta ayer profesor honorario en la Facultad de Ciencias de la Vida del University College. La institución, la primera universidad inglesa que admitió a las mujeres con los mismos derechos que los hombres, confirmó ayer la renuncia del bioquímico.

La Royal Society, de la que Hunt es miembro, se ha desmarcado de los comentarios machistas con un comunicado titulado «La ciencia necesita mujeres»

Las condenas públicas al nobel británico, de 72 años, se cuentan por decenas. Una de ellas partió de la bióloga Anne Glover, principal asesora científica de la presidencia de la Comisión Europea hasta el año pasado. “Parece que Tim Hunt habla de sus problemas personales en relación con las mujeres. Lo que él describe no es mi experiencia y nunca he tenido un estudiante (hombre o mujer, heterosexual o gay) que llorase cuando se criticaba su investigación”, declaró Glover a la web Science Media Centre. “Espero que su actitud ante la mujer sea cosa de una generación ya pasada”, añadió.

La sociedad científica más antigua de Reino Unido, la Royal Society, a la que Hunt pertenece desde 1991, también se ha desmarcado de los comentarios machistas de su miembro. En un comunicado titulado«La ciencia necesita mujeres», la institución aseguró: «Demasiadas personas con talento no desarrollan por completo su potencial científico por cuestiones como el género y la Royal Society está comprometida a ayudar a solucionarlo».

«En un momento histórico donde nos preguntamos como sociedad civil qué hemos hecho mal en los últimos 50 años —en 1964 fue el Acto de Derechos Civiles de EE UU, uno de los pioneros en intentar abolir la discriminación en base al sexo— para que la brecha de género todavía sea tan inaceptablemente grande en todas las profesiones y en todos los sitios del mundo, y buscamos las claves para cambiarlo, las declaraciones de Tim Hunt parecen sorprendentes», reflexiona la bioquímica María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en Madrid.

«En 2002, el psicólogo Daniel Kahneman recibió el premio Nobel de Economía, junto a Vernon Smith, por su trabajo sobre el hecho de que somos incapaces de tomar las decisiones más racionales y más justas cuando van en contra de nuestros esquemas y estereotipos inconscientes. Hay muchos estereotipos, pero entre los más atávicos están los de género, los sexuales. La única manera de luchar contra ellos es siendo conscientes de su poder y de sus consecuencias muchas veces negativas para todos», concluye Blasco.

EL PAÏS, 11 de junio de 2015

Yo no ayudo a mi mujer con los niños ni con las tareas de casa

Esta mañana he ido de paseo y al supermercado con los niños (ya tienen 15 meses, están para comérselos, ¡de verdad!). En la cola, se me ponen a hablar un par de señoras, y las dos concluyen lo mismo: “hi ha que veure, lo que ajuden ara els homens a les seues dones amb els fills” (“hay que ver lo que ayudan ahora los hombres a sus mujeres con los hijos”). Ésta es una de esas situaciones que me encantan para poder provocar un poco y sacar mi lado más feminista. Pero hoy se hacía tarde para comer y me he limitado a sonreír, agradecer y seguir a casa.

¿Que qué le habría dicho a estas señoras? Probablemente, como en otras ocasiones, les habría respondido con un “disculpe señora, pero no, ni ayudo ni pienso ayudar a mi mujer con los hijos”. Y pasaría a explicarle cuál es mi punto de vista al respecto.

Antes de tener hijos yo nunca he sido de esas parejas o maridos que ayudan a su mujer con las tareas de casa. Pero es que mi mujer tampoco me ha ayudado nunca. Y cuando llegaron los hijos las cosas siguieron más o menos igual: ni le he ayudado con la casa ni ahora con los hijos. Habrá alguno que aún no haya pillado de qué va la cosa y esté pensando maravillas sobre mí y apiadándose de mi mujer (¡pobrecita, menudo le ha tocado!). No, yo no ayudo a mi mujer con los niños porque no puedo ayudar a alguien con algo que es mi entera responsabilidad.

Los hijos, al igual que las tareas domésticas, no son el patrimonio de nadie: ni pertenecen a la mujer ni pertenecen al hombre. Son responsabilidad de ambos. Por este motivo me llega a ofender cuando, de modo muy bienintencionado (soy consciente) me halagan con “lo mucho que ayudo a mi mujer”. Como si no fueran mis hijos o no fuera mi responsabilidad. Hago, con mucho esfuerzo y mucho gusto ni más ni menos que aquello que me corresponde. Al igual que mi mujer. Y por mucho que me esfuerce nunca podré llegar a hacer tanto y tan bien como hace ella.

corresponsabilidad

¿Por qué tenemos esta visión de las responsabilidades?

Tenemos aún en la mente un modelo de familia patriarcal en el que hay un reparto de tareas muy bien definido: el hombre es el proveedor de recursos, la mujer la gestora del hogar (ahí se incluyen los hijos). Sin embargo la sociedad ha cambiado profundamente en las últimas décadas (afortunadamente) y este reparto de papeles ha pasado en muchos casos a la historia. La mujer hoy en día, aunque sigue profundamente discriminada socialmente (no hay más que ver la diferencia en salarios u oportunidades de promoción laboral) es el agente de su propio desarrollo, tiene la capacidad de desarrollar una carrera profesional en los mismos ámbitos que un hombre y, si decide dedicarse al cuidado de los hijos es, en la mayoría de los casos, por una elección personal, y no por falta de oportunidades o derechos sociales.

En un momento en el que tenemos esta igualdad de roles entre hombre y mujer, asumir de facto que los hijos son responsabilidad de ellas es un vestigio del pasado. Hoy en día hombre y mujer se reparten (o deberían hacerlo) de modo equilibrado aquellas tareas que les atañen a ambos, como la casa y los hijos. ¿Y qué es “de modo equilibrado”? Ese equilibrio no implica en (casi) ningún caso un reparto 50-50, sino más bien una adaptación flexible entre la disponibilidad de los miembros de la familia y las tareas que se requieren. Pensemos por ejemplo, qué injusto sería un reparto de tareas 50-50 en un caso en el que la mujer llegara a casa a las 20:00 después de 12 horas de trabajo, y su pareja llevara desde mediodía en casa. Un reparto “mitad tú, mitad yo” sería tremendamente injusto. E igual a la inversa.

Los hijos implican dar un paso más allá en esta flexibilidad y suponen un importante test de compenetración y trabajo de equipo en la pareja (y cuando vienen a pares como en nuestro caso, más todavía). Ya hablé hace tiempo sobre el papel del padre durante la lactancia, ya que parece que muchos padres se sienten perdidos durante esta etapa pensando que la mujer es la única que puede hacer algo por el niño. Ni mucho menos. Pero conforme crecen los niños el papel que juega el padre crece más si cabe.

¿Cuáles son las tareas propias del padre y cuáles las de la madre?

Bueno, pues más allá de ser la madre (por obvios motivos) la encargada de la teta, el resto de las casi innumerables tareas relacionadas con los hijos no son patrimonio exclusivo de nadie, son total y absolutamente intercambiables entre padre y madre en función de las circunstancias, preferencias (de ellos o de los hijos -hoy quiero que me duerma la mami/el papi-) o habilidades de cada uno.

Un buen reparto de esas tareas es el que es equilibrado, justo, que no genera conflicto y que permite un desarrollo armonioso de la rutina doméstica.

¿Qué modelo quiero transmitir a mis hijos?

Quiero que mis hijos crezcan sin saber si planchar es cosa de hombres o de mujeres. Que no sepan si los baños son cosa de su padre o de su madre. Que no asocien la cocina con el feudo de nadie, ni tampoco la aspiradora, doblar ropa u ordenar los armarios. Que acudan con más o menos igual frecuencia a uno o a otro para dormir, para contar sus confidencias, para jugar o para enfadarse. Que no haya un “jefe” de la casa sino que todos convivimos del modo más feliz posible.

Así que no, señora, yo no ayudo a mi mujer con los niños. Tampoco con la casa. Estoy con ellos en el supermercado y les paseo porque son mis hijos y me acompañan allá donde voy. Les cambio los pañales, les baño, les llevo al parque o les preparo la comida no por ayudar a mi mujer, sino porque son mis hijos, son mi responsabilidad y quiero que crezcan con un modelo de familia y de reparto de tareas diferente a aquel que Ud. y yo hemos tenido.

http://www.albertosoler.es/yo-no-ayudo-mujer-los-ninos-tareas-casa/

15 de junio de 2015

Condena en Egipto por la muerte de una niña que sufrió una ablación

ablacion

La muerte de Soheir al Bata, una niña de 13 años que falleció poco después de ser sometida a la amputación del clítoris, ya tiene culpables. Una corte de apelación egipcia condenó este lunes a dos años de cárcel al doctor que le practicó la intervención, al entender que cometió homicidio imprudente. Se trata de la primera sentencia en el país árabe desde que prohibió la práctica en 2008, por lo que las organizaciones que se dedican a erradicar esta lacra la consideran un hito.

La pequeña, oriunda de un pequeño pueblo del Delta del Nilo, fue llevada, en junio de 2013, a la consulta de Raslan Fadl, famoso en la aldea por mutilar a las niñas por un módico precio. Horas después de la operación, Soheir murió por una dosis demasiado alta de anestesia, confirmaron los forenses.

Comenzó así un culebrón en los tribunales. La familia denunció primero al médico, pero después retiró la querella. Varias organizaciones defensoras de los derechos de la mujer tomaron el testigo, alegando que los padres de la pequeña habían sido sobornados. En noviembre de 2014, otro tribunal absolvió tanto al doctor como al progenitor –también denunciado- pero el nuevo fallo condena a ambos.

A los dos años de prisión para el galeno se añaden otros tres meses y una multa de 500 libras egipcias (unos 60 euros) por haber practicado la ablación. Su consulta ha sido cerrada por un periodo de un año. El padre ha recibido una pena de tres años de cárcel suspendidos, que se ejecutarían si obliga a otra de sus hijas a verse sometida a la misma práctica.

La mutilación genital femenina está tipificada como delito en el Código Penal egipcio desde 2008, con penas que van desde los tres meses a los dos años de cárcel y multas de entre 1.000 y 5.000 libras egipcias (de 120 a 600 euros). Los datos de Unicef revelan que ha habido un ligero retroceso entre las más jóvenes, pero Egipto sigue ostentando el funesto récord de mujeres sometidas a la ablación, seguido de Etiopía y Nigeria.

Según el último informe de 2013 de la agencia de las Naciones Unidas para la infancia, 27,2 millones de egipcias sufren esta lacra, un 91% de la población femenina en edad fértil. La práctica está ligada a la tradición cultural, porque tanto musulmanas como cristianas son víctimas de la decisión de las familias.

La ablación suele practicarse coincidiendo con la primera menstruación de las niñas. En algunos casos sus familias aducen motivos de higiene y en otros que de otra forma sus futuros maridos las rechazarían. Tiene una mayor implantación en las zonas rurales, pero tampoco las ciudades son ajenas a ella.

Pese a su prohibición hace seis años, las jóvenes egipcias continúan expuestas a operaciones, si cabe, más arriesgadas debido a que se desarrollan en la clandestinidad. Por unas pocas libras, las pequeñas pueden pasar por salas insalubres donde son mutiladas con cuchillos o navajas. La condena dictada este lunes está entre las más leves que se pueden aplicar. Sin embargo, hasta la fecha no ha habido ningún castigo, por lo que las organizaciones infantiles esperan que el caso de Soheir siente un precedente y sirva de concienciación para el país.

EL PAÍS, 27 de enero de 2015

Una de cada tres jóvenes considera aceptable que su pareja la controle

El 33% de los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años, es decir, uno de cada tres, considera inevitable o aceptable en algunas circunstancias controlar los horarios de sus parejas, impedir que vean a sus familias o amistades, no permitirles que trabajen o estudien o decirles lo que pueden o no pueden hacer. Es la conclusión más llamativa de un estudio elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) por encargo del Ministerio de Sanidad para conocer cómo perciben la violencia de género los adolescentes y jóvenes, continuación de otro similar realizado el año pasado con personas de todas las edades. Si se comparan los resultados de ambos trabajos, la conclusión es aún más preocupante, pues los jóvenes son menos críticos que los mayores con este tipo de actitudes machistas dentro de las parejas: el 32% de las chicas las toleran frente al 29% de la población femenina general, mientras que el 34% de los chicos las consideran aceptables, cuatro puntos más que el conjunto de hombres de todas las edades.

Según ha precisado la socióloga Verónica de Miguel, coordinadora del estudio, el estudio demuestra que una buena parte de los jóvenes, incluso en mayor proporción que la población en general, no son capaces de identificar determinadas formas de violencia machista. «Rechazan en mayor medida las agresiones físicas, pero no la violencia de control, que también debe considerarse violencia de género», ha advertido.

Con estos datos en la mano, la secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Susana Camarero, ha admitido que «debemos estar especialmente preocupados por esta tolerancia de los jóvenes ante este tipo de violencia, que puede anticipar otras más graves de maltrato». De hecho, Camarero ha recordado un estudio de 2013 sobre ciberacoso que ya advertía del problema. «El 60% reconoció haber recibido mensajes con insultos machistas de su pareja. Y el 73,3% de los adolescentes han aprendido de algún adulto el mensaje de que los celos son una expresión de amor«, ha subrayado.

EL PAÍS, 27 de enero de 2015

Una de cada tres mujeres que trabajan en videojuegos en el Reino Unido sufre acoso

Un 45 por ciento de las mujeres que trabajan en la industria del videojuego en Reino Unido consideran que el género es una «barrera» para el desarrollo de su actividad profesional, según la encuesta anual sobre género de Next Gen Skills Academy.

El dato más significativo de la encuesta es que una de cada tres mujeres han sufrido acoso laboral, intimidación o bullying por cuestiones de género en el lugar de trabajo, situación que el sector ha manifestado en ocasiones.

A pesar de los datos, Next Gen Skills Academy anota que las encuestadas creen que sí se están llevando a cabo cambios en el sector para favorecer la integración de la mujer en sus diferentes áreas profesionales.

Más del 80 por ciento de las encuestadas considera que se están desarrollando «buenas prácticas» para fomentar la igualdad entre trabajadores y trabajadoras y el trato igualitario y no condicionado por el género.

http://www.meristation.com (14 de enero)

Violencia Machista. Tres claves para dejar el activismo de sofá

La realidad en que vivimos reclama más acciones reales ante la velocidad con la que se dan los hechos. Una respuesta contundente ante ellos puede ser determinante para que estos se modifiquen o refuercen según sea el caso.

Pero, ¿cómo podemos evitar quedarnos como simples activistas de sofá?

  1. No perpetúes los estereotipos sexistas. Es fundamental empezar a romper con esas ideas erróneas que siguen generando la falsedad de que «las mujeres son así y los hombres de tal o cual manera»…. Somos tan divers@s como personas hay, y adjudicar a una condición biológica o cultural una predestinación para tal o cual cosa, es insostenible. Es fundamental hacerlo desde casa con nuestras hijas e hijos, dar libertad para que su socialización esté libre de estos prejuicios.
  2. Aboguemos por los espacios mixtos, diversos y respetuosos. La segregación por razón de sexo o género, a lo que nos lleva, es a perder a la otra mitad de la sociedad, ignorar sus aportaciones y sus puntos de vista y evitar que se enriquezca nuestra percepción de la realidad.
  3. Desde luego no puede faltar Tolerancia Cero con la violencia machista. A diario nos encontramos con muestras de ella. Desafortunadamente, llevamos muchos años de historia, entendiendo ciertos comportamientos como normales y ya los hemos interiorizado. Chistes, dichos, refranes y ciertos juicios que hacemos constantemente tienen ya demasiadas veces una gran carga machista. Romper con ello será un gran paso para ir generando esa transformación tan necesaria. Por supuesto, la pasividad ante una situación de violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, ya sea física, psicológica o económica, no puede ser una opción.                                                                                              Huffington Post, 8 de enero

Documentar el acoso

Una joven rodó este verano imágenes de su paseo por El Cairo y mostró el hostigamiento al que someten a las mujeres. Del éxito de aquel vídeo en Internet nace ahora un filmeTinne Van Loon and Colette ghunim

Como a muchas jóvenes occidentales que llegan a El Cairo, a la estadounidense Colette Ghunim y a la belga Tinne Van Loon les chocó hasta qué punto el acoso sexual está omnipresente en las calles de la capital egipcia. En lugar de limitarse a expresar su frustración, optaron por atacar el problema con su arma favorita: una cámara. Las dos documentalistas acaban de grabar un filme que estrenarán próximamente y que aborda esta lacra. Se titulará People’s Girls [Las chicas del pueblo]. “El acoso sexual es constante. Es difícil que no te afecte. Te acabas sintiendo mal contigo misma, como si fuera culpa tuya”, se lamenta Ghunim, nacida en Chicago, pero de origen palestino.

Un estudio reciente elaborado por la oficina de las Naciones Unidas que promueve la igualdad de género muestra la magnitud del problema al que se enfrentan las egipcias. Un 99% de las mujeres adultas declaran haber sufrido alguna vez el acoso sexual y cerca de un 50% lo experimentan diariamente. Así pues, no es de extrañar que un 82% de las egipcias no se sientan seguras en la calle, y un 43% incluso eviten salir de casa si no es estrictamente necesario.

Lo más corriente son las miradas y los comentarios obscenos de desconocidos, pero también los tocamientos en zonas íntimas son habituales. Una no puede bajar nunca la guardia.

Contrariamente a lo que dictaría la intuición, las situaciones de mayor riesgo se dan en los sitios más concurridos, como manifestaciones, celebraciones públicas o medios de transporte, y a plena luz del día.

EL PAÍS, 11 de enero

Debate sobre los piropos

Hay opiniones muy distintas respecto a si los piropos hacia las mujeres son positivos o negativos ¿tú que opinas?

El Observatorio de la Violencia de Género pide erradicar los piropos

La presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica y de Genero, Ángeles Carmona, defiende que hay que erradicar los piropos. Los considera «una auténtica invasión en la intimidad de la mujer». «Nadie tiene derecho a hacer un comentario sobre el aspecto físico de una mujer».

Boxeadoras kenianas, heroínas de los suburbios

boxeadoras kenianas

En los barrios más pobres de Nairobi, algunas chicas se hacen respetar gracias al boxeo. Y combaten así los estereotipos de género en una sociedad profundamente machista

Jean Attieno camina por la calle sudada, con las mallas de atletismo, los calcetines por encima de las rodillas, la capucha puesta y una pose digna de la versión femenina de Rocky Balboa. Son las nueve y media de la mañana, y sus compañeras llegan puntuales para el entrenamiento. Las calles de Kariobangi Norte, uno de los múltiples asentamientos informales de la zona este de Nairobi —a unos 15 kilómetros del centro neurálgico de la ciudad—, están en plena ebullición matutina: tráfico, tendederos, compradores, transeúntes, gallinas, cabras…

En este barrio pluriétnico y multireligioso —antaño, uno de los estercoleros de Nairobi—, la violencia entre las bandas de crimen organizado es un fenómeno cotidiano. Pero, tal como ocurre en todo el país de manera generalizada, la inseguridad es aún más palpable cuando se dirige la mirada a mujeres y niñas. Según datos del Nairobi Women’s Hospital, cada media hora una mujer es violada en Kenia. Además, los índices de violencia machista en el país han disparado las alarmas en el último informe anual del Consejo Nacional para la Igualdad de Género. Y, si bien es cierto que en agosto de 2011, el gobierno keniano creó la Comisión Nacional para la Igualdad de Género, esta institución no recibe prácticamente ninguna atención por parte de las autoridades o los medios de comunicación, invisibilizando los casos de violencia doméstica y dejando a sus víctimas en total desamparo.

Ruth Mumbi, activista por la justicia social y defensora de los derechos de la mujer keniana, es una de las fundadoras de Bunge la Wamama Mashinani (BLWM) o Parlamento de Mujeres de Base, una organización que lucha para dar voz a las pobladoras de los asentamientos informales, frente a una dominante sociedad patriarcal. “Las mujeres de los slums, debido a las altas tasa de desempleo, están expuestas a muchos más riesgos que las de otras partes de Kenia. Están en el ojo de mira del crimen y la violencia. Las características físicas de estos barrios –caminos estrechos, canales de drenaje abiertos y zonas no iluminadas–, convierten las barriadas urbanas en lugares perfectos para las violaciones y los asaltos”, lamenta la experta. “El patriarcado keniano en el gobierno ha dejado un vacío legal que permite la humillación de las mujeres. La tendencia emergente en Kenia de desnudar a las mujeres en público es muy preocupante. A mi modo de ver, el poder masculino castiga a la mujer, degradándola y robándole la dignidad”, denuncia Ruth enérgicamente.

Planeta Futuro ya se hizo eco de las recientes protestas generadas en la capital a causa de la violencia machista, ahora reflejada en espacios públicos y exhibida en Youtube. Pero algunas chicas ya no van a estar más en la tesitura de víctimas.

Jean Atieno, que es conocida entre los suyos como Sonko, entra en la sala de entrenamiento, en la Kariobangi Social Hall: una pequeña habitación de diez metros cuadrados en medio de un campo de deportes de la comunidad. Sus alumnas, un grupo de niñas de 13 años, la están esperando mientras calientan los puños con un saco que cuelga de la pared. Con 26 años, y boxeando desde los 19, Jean se ha convertido en una inspiración para las benjaminas del barrio. “Nuestro lema es: ‘Chicas fuertes, comunidades seguras’. Aunque no nos referimos a luchadoras. Somos boxeadoras, no belicosas, y si luchamos es para defendernos, no para pelear porque sí”, dice tímidamente. Sin embargo, su timidez se desvanece rápidamente al colocarse y atarse los guantes. Empieza a dar instrucciones con voz firme a sus alumnas, mientras diferentes sparrings masculinos (o parejas de entrenamiento) se mueven sudados por el pequeño espacio. Mientras tanto, por las ventanas del recinto se asoman miradas de curiosos de todas las edades.

Hace cuarenta años, cuando Muhammad Ali derrotó a Georges Foreman en el famoso combate Rumble in the Jungle celebrado en Kinshasa, era inimaginable encontrarse un ring africano con campeonas de boxeo como las Box Girls de Kenia. Sin embargo, gracias a esta organización sin ánimo de lucro fundada por Alfred Analo Anjere, alias Priest, se beneficia a un millar de mujeres en diferentes slums y localidades del país. Con ello, las boxeadoras kenianas lideran hoy el panorama regional femenino.

Priest, de 41 años, practica el boxeo desde crío. “Llevo quince años entrenando a mujeres, aunque registré Box Girls como organización hace solo siete. Lo hice, principalmente, porque percibí una amenaza constante hacia ellas, sobre todo en la parte este de Nairobi. Pero también, para destruir el imaginario colectivo y los estereotipos acerca de que son el sexo débil”, dice el coach del equipo. Insiste y subraya: “Las mujeres no son el sexo débil. Son líderes, porque el boxeo es liderazgo”. En esto, las chicas de la organización despuntan de manera extraordinaria.

Sarah Achieng, más conocida como Ángel de Guerra, es hoy la campeona de boxeo femenino del África del Este y Central en la categoría de peso pluma. Con ella, la perspectiva de género en este deporte se ha transformado. “Gracias a la organización, adquirí la disciplina necesaria y gané la confianza que se requiere para subir al cuadrilátero”, reconoce esta boxeadora profesional. “Pero intento que el boxeo no sea solamente mi modo de ganarme la vida, sino que trabajo para que la comunidad también se beneficie de sus virtudes. Kariobangi es un área muy deprimida. Las mujeres aquí viven una inseguridad altísima. Hay muchas violaciones y embarazos precoces. Bastantes chicas contraen el VIH a causa de estos abusos. Además, también sufren más desempleo y mayores niveles de pobreza que los hombres debido a que, a menudo, son madres solteras y tienen que hacer frente ellas solas a la economía doméstica. Pero la vida de muchas chicas está cambiando gracias al proyecto de boxeo. Ganan confianza en sí mismas e incluso pueden ganar algo de dinero. Son capaces de defenderse ante posibles agresiones machistas. También aprenden sobre sus derechos y la necesidad de ser asertivas con sus vidas o sobre su propia sexualidad; adquieren valores hacia la comunidad y forman parte activa de la cohesión social del barrio”, reconoce orgullosa la campeona mientras se coloca los guantes y las protecciones para realizar su entrenamiento.

Cuando sea mayor estaré entrenando a otras chicas, para que los slums se llenen de súper heroínas y no tengamos que tener miedo nunca más

Teresa, boxeadora keniana de 13 años

En sus dos horas diarias de entrenamiento, el sparring no tiene compasión, aunque Sarah le hace sudar hasta empaparle de arriba a abajo. Él le da en la cara, le da en la barriga, mientras Priest le habla de cerca, para darle instrucciones. Los músculos de las mejillas de la boxeadora tiemblan, pero sus puños y su mirada siguen firmes como rocas. “El boxeo no es solo una lucha, ayuda a las chicas a focalizar su mirada hacia un objetivo y conseguirlo. Les ayuda a adquirir responsabilidades”, dice Priest.

El responsable de esta iniciativa está orgulloso del trabajo de las Box Girls. Entrena a las mejores de la nación y de la región, y consiguió que una de sus boxeadoras, Elizabeth Odhiambo, pudiese participar en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, cuando después de casi un siglo de disputas debido a los extendidos prejuicios de género en el mundo, el boxeo femenino consiguió ser incluido por primera vez en la historia como deporte olímpico.

Sin embargo, el entrenador no se relaja y subraya la necesidad de seguir luchando y recibir apoyos para poder continuar con la labor de la organización. Conseguir vidas dignas en comunidades seguras. “Tenemos que dar las gracias a nuestros socios y donantes, comoWomen Win de Holanda o Comic Relief de Inglaterra. Pero también a la comunidad, que nos cede el espacio para entrenar y que nos apoya para que esto sea posible. Movilizar a los vecinos es esencial, porque al involucrarlos en el proyecto, es mucho más fácil penetrar en el imaginario colectivo ya sea a través de charlas de sensibilización o de clases gratuitas de boxeo. La comunidad se ve empoderada cuando tiene a mujeres más fuertes y capaces de dirigir sus vidas. Al ser líderes, se hacen responsables de problemas que van más allá de sus propios derechos. Pueden afrontar otros retos cotidianos típicos de losslums como la gestión de los residuos o la falta de agua corriente”.

El papel femenino en la transformación social de los barrios más deprimidos es evidente. Y la educación para que sean reconocidas como líderes es básica para que la sociedad aprenda a respetar y valorar su aportación. Sin embargo, la sociedad keniana todavía parece estar muy lejos de hacerlo.

“Las prácticas culturales y las creencias arraigadas en la ciudadanía plantean retos enormes para la eliminación de la violencia machista en Kenia. Las mujeres aún no son conscientes de que sus derechos están siendo vulnerados. A menudo, los abusadores son los maridos, y ellas guardan silencio y no denuncian por miedo a romper su matrimonio o a convertirse en madres solteras. La mayoría opta por permanecer en matrimonios abusivos, porque temen el estigma que enfrentan las divorciadas ante sus propias familias. Pero otras veces, su silencio es consecuencia del difícil acceso a la justicia, que puede ser muy costoso, sobre todo para la población femenina más pobre y económicamente dependiente de sus maridos”, confiesa la feminista Ruth Mumbi.

“Desde BLWM denunciamos la vulneración de los derechos humanos y ejercemos presión al gobierno para que se persiga y castigue a los violadores. Además, conscientes del difícil acceso a la justicia por parte de las mujeres de los slums, les brindamos asesoramiento jurídico gratuito e intentamos darles cobijo cuando tienen que abandonar sus hogares”, revela la activista evidenciando los problemas económicos, políticos y sociales a los que se enfrentan las víctimas.

Su sueño es que, algún día, todas las mujeres de Kenia sean capaces de defenderse físicamente

Sin embargo, el sueño de las boxeadoras, que consiguen hacerse respetar por los hombres, es que algún día, todas las mujeres de Kenia sean capaces de defenderse físicamente. Así, no dependerán de ninguna institución que las ampare cuando ya se han convertido en víctimas. Sarah Achieng lo tiene claro: “Puede que yo sea la primera mujer campeona en la región, pero el movimiento de boxeadoras está creciendo”.

La benjamina, Teresa, representante de una nueva generación que liderará la vida política y social del país en el futuro, es una prueba de lo que este deporte puede significar. Mientras ella, campeona de 13 años camina a través del campo de fútbol de Kariobangi, los chicos de su edad se apartan y la miran con admiración. Después de una sesión de dos horas de entreno, que ha terminado con quince minutos de abdominales sin tregua, la joven camina erguida y con cara de satisfacción. Su cuerpo es delgado y aún no se ha desarrollado, pero esta chica es pura fibra. “Empecé cuando tenía 10 años y ya soy la campeona de Kenya en mi categoría. No solo me siento una campeona, sino que sé que soy una súper woman. Una súper heroína. No hay ningún chico que se atreva a tocarme en todo Kariobangi. Me respetan. Pero pase lo que pase con mi carrera, no me voy a ir de aquí. Cuando sea mayor estaré entrenando a otras chicas, para que los slums se llenen de súper heroínas y no tengamos que tener miedo nunca más”.

El País, 10 de diciembre de 2014